lunes, 26 de diciembre de 2011

La Permacultura, una opción con "sentido práctico".

Desde hace unas semanas vengo dándole vueltas al coco con eso de la Permacultura (http://www.permacultura-es.org/index.php). Me da buen rollo. No sé el porqué, pero me gusta, tiene algo de filosofía "total" de la vida; me suena tanto al sentido práctico de Bourdieu, el sociólogo francés tan difícil de leer y que tanto me gusta, que creo que estoy empezando a entenderle. Es más, hablar de Permacultura es hablar de inteligencia múltiple, de sabiduría ancestral, de realización total, etc. Es una de esas respuestas elegantes a los problemas que se plantean en la vida cotidiana y que en la sociedad en la que vivimos sólo tienen solución pagando. Cuando te planteas un estilo de vida sostenible, tienes que observar a la naturaleza misma. El entorno natural y social brinda una serie de posibilidades que tienen que ser aprovechadas en su justa medida, atendiendo a las necesidades "naturales del ser humano" , las estrictamente necesarias y no al contrario, derrochando y malgastando. Se trata de un equilibrio de energías: termodinámica. La naturaleza no derrochan ni malgasta nada, nosotros sí. Este desequilibrio altera el medio en el que vivimos y por supuesto a nuestra salud "total", física, espiritual y mental. Creo que la filosofía de una vida en equilibrio y sostenible es posible, y además en el ámbito domestico; si a éste nivel aportamos nuestro granito de arena: el resultado será más que la suma de todos. Feliz año.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS SACOS DE GRANO.

Leyendo este domindo, 6 de noviembre de 2011, El pais semanal y más concretamente el artículo de psicología de Francesc Miralles - que no se quien es pero que lo averiguaré, confio en la buena reputación de la sección- leí una historia sencilla y a la par elegante, me gustó. Aquí está:

"Dos hermanos heredaron la granja de su padre y decidieron seguir trabajando en ella y repartirse al cincuenta por ciento la producción. Durante un tiempo, el grano resultante de la cosecha se guardaba en sacos y se repartía en dos montones iguales.
Con el tiempo, el mayor de los hermanos se casó y tuvo hijos, mientras que el pequeño permaneció soltero. A menudo, el soltero pensaba en su hermano mayor y en el hecho de que, teniendo mujer e hijos, necesitaba más que él, es decir, más de la mitad de los productos que generaba la granja. Llevado por este pensamiento, se dedicaba en secreto a visitar de vez en cuando el granero y trasladar unos cuantos sacos desde su montón al de su hermano. Este, por su parte, también pensaba a menudo en su hermano pequeño y sentía que debía de estar muy solo, y que si ahorraba algo más de dinero tal vez le resultaría más fácil encontrar una mujer y crear su propia familia. De modo que, también en secreto, visitaba algunas noches el granero y movía unos cuantos sacos desde su montón al de su hermano.
Sin saber cómo, se dieron cuenta de que nunca les faltaba el grano, y ambos se sintieron generosos y afortunados." Moraleja: "cuando damos, ya estamo recibiendo".

                                                                                                 López, Josep. "Buen karma" (Oceáno).

martes, 18 de octubre de 2011

Máquina vareadora.


Los tiempos cambian, para bien o para mal. Una cosa es creer que todo irá a mejor y otra muy distinta es crecimiento económico, progreso tecnológico, etc. Si todos ponemos de nuestra parte y, simplemente nos llevamos bien, somos empáticos, críticos, creativos... todo irá a mejor; si por el contrario buscamos “tener más, crecer más, poseer más...” creceremos a lo ancho -engordaremos- pero no a lo alto, como los niños. Lo anteriormente dicho lo sabemos desde Confucio. En estos días he paseado por los campos de olivos de mi patria chica, mi nicho ecológíco, donde me crié -en la que tan agustito me encuentro últimamente- y he recordado cuando trabajaba en la recogida de la aceituna.

Creo que mi primer jornal fue verdeando -recogiendo la aceituna de mesa- por olivares ponteños (Puente Genil, Córdoba). Recuerdo los días de frío y los de calor. Las jornadas de sol a sol y los “arremates” (comidas al final de la cosecha). Pero sobre todo, recuerdo lo que se hablaba en el campo mientras se recogían las olivas. Sí, se hablaba y lo más importante: se escuchaba lo que se decia. Era bueno hablar, se pasaba el tiempo más rápido. De lo que se hablara... no importaba mucho, a veces se decían tonterías, a veces verdades, etc. Eso sí, lo que se hablaba en el campo se callaba en el pueblo, no vaya a ser que metamos la pata.

Por entonces lo primero que me enseñaron y aprendí fue a “trabajar”. Daba igual las aceitunas que cogiera por minuto, lo importante era que el manijero (capataz) me viera mover las manos, y rápido. De poco importaba los conocimientos oleicos que tuviera, pero sí la empatía con los compañeros de bandada, la sumisión hacia el trabajo -que no hacia el patrón-, etc... eso era trabajar: agachar la cabeza y a coger aceituna y, hablar puedes hablar, pero sin parar de mover las manos. Con el tiempo he comprendido que para trabajar en el campo o aceptabas esas reglas o podías correr el riesgo que te dijese el manijero algo como: - mañana no eches la comida- Lo que era lo mismo que un “quedas despedido”, en la ciudad.

Paseando por los olivares de Casariche han venido a mi mente tantas y tantas peonadas... Es curioso, si recoger aceituna es un trabajo tan mecánico, como es posible que recuerde tantas jornadas como diferentes. ¿Será por los distintos lugares en los que he trabajado, desde las lomas de Benamejí, hasta los repechos Antequeranas? ¿O será por las personas que trabajaban conmigo y las cosas que se decían y se contaban? ¿O por todo a la vez? Lo cierto es que los tiempos han cambiado -para bien o para mal, repito- y ahora en las bancadas no se puede hablar por que no se puede escuchar; de que sirve hablar si nadie te oye.

La maquinaria que se utiliza en nuestros días para la recogida de la aceituna, para rentabilizar el proceso de recogida de aceituna -que no para hacer más fácil y cómodo el trabajo al jornalero, todo sea dicho- hace tanto ruido que ensordece, desorienta; aturde, atolondra; molesta, mortifica y cansa. Y no deja escuchar el viento, los pájaros, el arrastrar de los fardos, las mujeres y los hombres hablar, el sonido de las cadenillas de banco de hierro gorpearlo al moverlo de sitio. Ya no se escucha el “tracatrá” de las aceitunas caer sobre el faldo. El sonido de palillos acariciando hábilmente las ramas de los centenarios olivum, ha pasado a las historia del campo andaluz. Antes, el “trastor” nada más se movía de sitio cuando la cuadrílla abandonaba el tajo. Ahora sólo ruido: Quags, brazos vibradores, etc. En mi opinión, los tiempos cambian para mal, hablo desde el punto de vista del jornalero. Si tuviera una finca de olivos... pensaría lo contrario, creo yo.



domingo, 9 de octubre de 2011

Casariche, Marinaleda, movimiento obrero.


Vista panorámica ce la otra orilla, desde la Avda. Tapaparrajas.
Despertar en Casariche un domingo por la mañana temprano, a eso de las 8 horas, es un placer. Se puede escuchar un silencio enigmático. Parece como si los casaricheños se hubieran puesto de acuerdo en hacer algo mágico: guardar silencio. Casi puedo escuchar las neuronas de mi cerebro haciendo sinopsis y cosas de esas. En la ciudad, Sevilla por ejemplo, se ponen de acuerdo en hacer lo mismo pero sin magia, sin gracia. En la gran urbe siempre hay alguien que lo estropea. Sin embargo en Casariche no se sale del tiesto y el más revolucionario de los Quads. Éstas motos de cuatro ruedas han irrumpido den la sociedad rural de la sierra sur como si de una revolución en el mundo del motor se tratara; a demás de buenos para arrastrar fardos en la recogida de aceituna, hacen mucho, muchísimo ruido.

Cierto es que nuestra sociedad del bienestar y todos los beneficios de los que podemos disfrutar se sostienen sobre la quema de combustible fósil y, criticar o ir en contra de esta práctica es una rebeldía; pero yo pongo el grito en el cielo al respecto. Es una pena que uno de los pueblos más “revolucionarios” de la década de los ochenta, junto a Marinaleda y otros, se haya dejado engatusar por el mercado de consumo desmesurado, ahora los Quads. Parece que el ruido de esas máquinas causa un bienestar mental: ruído para no escuchar, para no escucharse; en el silencio afloran las ideas, los sentimientos más profundos y sabios. Hay muchas cosas en el mercado de consumo que aunque sirvan para una cosa después se utiliza para otra. !Dónde están los ideales revolucionarios! ¿Qué ha pasado con el lema “Tierra y libertad!. Parece de parte de las nuevas generaciones de este tranquilo y a veces silencioso pueblo han perdido valores o no los han llegado ha conocer. Qué pensará Gordillo, alcarde de Marinaleda líder del movimiento obrero, de esta dejadez ideológica, el pueblo ha perdido la libertad y se ha dejado engatusar por otros ideales más capitalistas: el consumo de combustible fósil para hacer ruido y no escucharse a si mismos. Ha perdido la tierra, hipotecada y en algunos casos embargada. Una pena.

Mientras tanto hay otra España que los domingos por la mañana van a misa, en un enigmático deambular de almas silenciosamente, y van a escucharse ante Dios. Escuchan la llamada del señor, su líder, que les llevará a la tierra prometida. Los movimientos obreros también siguen a un líder que lleva a la utopía. Como siempre es bien sabido que son las dos caras de una misma moneda. El movimiento 15M parece que se ha dado cuenta que si algo falla en la política y en nuestra sociedad es la manía de practicar una especie de “mesianismo sádico”, diría yo. Quizás podríamos empezar devolviendo a los mesías, los líderes al pueblo. Es una humilde propuesta. Dicho esto, guardo silencio... en el silencio.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La lista de Libros.

En estos momentos estoy leyendo el libro de José A. Marina "Teoría de la inteligencia creadora". Mejor dicho, lo estoy releyendo, hace ya unos años cuando estudiaba el acceso a la universidad, formaba parte de una lista de lecturas recomendadas que aun conservo. Otros libros de la lista eran: "El mundo de Sofía" de Jostein Gaarder; libros de Javier Marías, García M. Adelaida, Martín Gaite, Goytisolo, Matute, Marsé, Delibes, Torrente Ballester... y muchos más. Es sorprendente que la lista aparezca y desaparezca como un ratoncillo; también es curioso que siempre vuelva a mis manos cuando más la necesito, bien sea por no saber qué leer o bien por problemas de espíritu. Recurro a la mágica lista y ella me aconseja, me sugiere.

El libro de Marina es un bálsamo contra la atrofia mental. Soy humano y como el resto de los miembros de mi especie en la era del mercado de consumo y de la información, de vez en cuando mi cerebro chispea, se cortocircuíta; las neuronas acaban pegándose ostias unas con otras y con lo que se mueva por ahí dentro. Vivo en una ciudad grande y, como en todas las ciudades grandes de occidente predomina una arquitectura de consumo y de información: tiendas y medios de comunicación. Por todos lados todo te incita a comprar y a saber. Llega un momento que no sabes que comprar y la información que tienes a tu alcance te desborda (información sesgada, incompleta, etc.). En éste entuerto caigo de vez en cuando, como todo miembro de la sociedad que nos ha tocado compartir -por suerte o por desgracia-. Cuando esto ocurre, muy a menudo, de pronto la lista caé en mis manos y rápidamente me voy a la biblioteca y saco uno de los libros del listado, entonces me pongo a leer... Sin parar; hasta llegar a la mitad del libro. Y es entonces, cuando siento en la profundidad de mi mente alivio y sosiego en el espíritu.

Qué tendrá la literatura que a unos/as abre la puerta de la evasión y a otros/as las ventanas del conocimiento; como bien dice Andrés Amorós en su libro "Introducción a la Literatura": "La literatura puede servir de consuelo ante las penalidades y limitaciones de la vida. Para el lector, puede desempeñar un papel de evasión, en sus diversas formas. Para el creador, muchas veces, va unida a la lucha contra el tiempo: por detrás, intenta recuperar el "el tiempo perdido"; hacia delante, prolongar el eco de una voz."

José Antonio Marina recomienda un libro.





jueves, 22 de septiembre de 2011

De cuando tuve la gran proeza de subir el puerto del O Cebreiro en bicicleta.

O Cebreio, puerto de montaña y paso fronterizo entre la provincia de León y Lugo; Una cota de 1296 metros de altura, surcada por por las principales vías de comunicación que conectan Galicia con el resto de España. También el Camino Francés -Camino de Santiago- cruza estos páramos alpinos con dos vías; un pequeño caminito por el bosque y una carretera comarcal serpenteando la montaña.. Es por esa carretera de pronunciada pendiente y con muchísimas de curvas, por donde subí con mi bicicleta siguiendo la ruta Jacobea. Fue toda una hazaña. No sé cuántos kilómetros subiendo sin descanso con el plato pequeño y el piñón más grande. La bicicleta ya no me podía ayudar más, le faltaban piñones y platos para hacer mas cómoda la subida. -Un dos, un dos, papas y arroz...- me repetía una y otra vez en voz baja para dar ritmo a dos piernas que no entendían que hacían subiendo una montaña tan cansina, para luego bajarla... yo tampoco. Pero el reto es el reto y forma parte de una aventura con destino Santiago de Compostela. Pues nada, con mucho esfuerzo mental y físico llegué al pequeño poblado en el O Cebreio. Una vez más tuve la oportunidad de poner a prueba mis límites. Mi resistencia mental está mejor que nunca y, la física, los años se notan. El cuerpo ha envejecido ya no soporta los grandes retos de la misma manera que cuando tenía 25 años, ni mucho menos. Sin embargo, a la mente parece que se le escapa este pequeño detalle. El cerebro, al menos el mío sigue como si el tiempo no hubiera pasado. Cuando subía la cuesta del O Cebreiro mi mente no se cansaba de dar ordenes, de exigir, suplicar, dar animo a las pobres piernas. Si aparecía dolor, por ejemplo en las rodillas, mi cabeza daba ordenes de seguir mientras se puedan mover las articulaciones, mientras que los músculos se extiendan y contraigan, mientras haya sudor en el cuerpo para aliviar el calor... mientras todo funcione: no hay dolor. Después de experiencias de este tipo sólo te queda el recuerdo y una extraña sensación de haber estado “bien”, de querer repetir. Es sorprendente como realizamos actividades aun sabiendo el sufrimiento que reportan hacerlas; y todo por el bienestar que reporta el haberlas realizado. Mientras subía grabé un video con el teléfono móvil para dejar constancia de mi modesta proeza, tengamos también en cuenta que ya traía unos kilómetros en el cuerpo, pues me planté en el valle del Bierzo con mi bici y desde Sevilla, ni más ni menos. Se ve la niebla, las escarpadas montañas, los profundos valles, los bosques... y yo, montado en la bicicleta subiendo sin aire y ¡con una mano en el manillar! http://www.youtube.com/watch?v=eLklAFgzLAg Y tambien en la barra de videos, arriba a la derecha.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Mis creaciones...

Cuando estudiaba Historia del Arte escuché una definición sobre Arte que me dejó con la boca abierta y algo desorientado. "Arte es todo aquello que hace el hombre." Es simple, concreta, comprensible, a la par que elegante como las buenas teorías científicas. Después hay otras definiciones que además añaden cosas como: "... que hace el hombre con una finalidad (estética y o comunicativa); y "....como medio de expresión..." (una visión particular del mundo). Como se deduce de la definición de Arte anteriormente citada, todo lo "natural" el universo no creado por el hombre, lo que queda si quitamos a nuestra especie del medio, no es Arte. Para que nos entendamos, una cabra montada en un pedestal bailando al son de la trompeta de un gitano no es arte, en todo caso el arte lo tendrá el señor músico. Otro ejemplo; un rosal que florece con una maravillosa y espectacular explosión de olor y color, lo hace sin arte. Cuesta pensar que una rosa que da para tantas canciones, cuadros, fotografías, esculturas, versos, perfumes, etc, que inspire tantas emociones... no tenga Arte. Se supone que la mano del hombre no ha creado la rosa, ni el rosal. Desconcierto. De momento, por que me interesa, me quedo con el planteamiento antropocentrismo tal elegante como las buenas teorías científicas: Arte es todo aquello que hace el hombre. A continuación: unas fotografías de mis creaciones artísticas que como miembro de la especie considero Arte.
Nota: Si alguien estuviera interesado/a en hacerse con alguna de estas obras, no tiene más que decirlo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Libertad.

En este bendito mundo de reglas, donde moverse implica hacer caso a tantas y tantas señales de circulación, donde el movimiento de seres humanos está dirigido y regulado asta la saciedad... es difícil vagar en libertad, como hombres y mujeres libres. En Sevilla donde vivo, conducir un coche, una moto, una bicicleta, o incluso ir a pie, conlleva obediencia a multitud de reglas que regulan la circulación, el movimiento de personas. Sales a la calle y todo el mundo de mueve, todos van a algún lado: a trabajar, a un bar donde han quedado para tomar algo, al médico, al museo, a la tienda móviles a cambiar de celular, al gimnasio, a pasear, a ninguna parte... A veces me entran ganas de decir: "¡Estase todos quietos, copón!" Pero me lo guardo para mis adentros. En la calle reglada y señalizada hasta los topes, la linea recta no existe; siendo ésta la forma más sensata de ir del punto A al punto B. Vas andando y vas por donde te dejan y no por donde quieres. Todos los días voy al trabajo en bicicleta. Esta actividad aparentemente rutinaria y simplona me reporta una multitud de experiencias que obitan al rededor de la LIBERTAD. Esa libertad en mayúsculas a la que me refiero es la del ser que se siente libre, hay otra forma de libertad, por el contrario, fingida: que te dicen que eres libre y tu te lo crees y punto. La sensación de ser libre está presente en todo momento, me puedo saltar un semáforo y no pasa nada (con precaución claro); puedo perder los papeles y soltarme de mano; cantar en voz alta; esprintar y competir con los demás ciclista; puedo, ir haciendo eses, hacer el caballito; etc. Muchas cosas que con una moto o un coche o podría hacer porque las reglas de circulación no me lo permiten, por el bien del resto de la ciudadanía claro está. Voy al trabajo en bici, voy al cine, a la biblioteca, a tomar cerveza, al parque, a hacer deporte, incluso a ninguna parte. Por cierto, ir a ninguna parte es muy saludable, no sabes donde vas, por lo tanto no te preocupa cuando vas a llegar, si llegas tarde, etc; todas esas cosas que te estresan y agobian; cosas que junto con las reglas no te permiten tener experiencias de libertad. La libertad a veces es como la felicidad: pequeñas experiencias que después de ser vividas se quedan en el recuerdo para siempre. Cuando voy en bicicleta, al trabajo o a donde sea, o a ninguna parte, da la sensación de ir sólo, en tu bici incomunicado de los demás seres que van por la ciudad moviéndose de un lugar a otro; pero en realidad se produce la comunicación, con un lenguaje especial, con unos códigos distintos: miradas, gestos, maniobras, etc. La distancia con los demás transeúntes cuando vas montado en bicicletas se vuelve ínfima cuando se produce cierta comunicación espontanea y , ya que hablamos de libertad, libre. Un día cualquiera, vas por el carril bici a toda velocidad porque llegas tarde al trabajo. Pasas a otro ciclista que va más lento y de pronto ves como éste se pica y acelera -sin tener por qué- y te adelanta a toda velocidad. Además te mira con cara de adversario, lo que quiere decir que entramos en competición. Yo pongo cara de sprinter y lo vuelvo a pasar - ¡Hay te quedas colega! !Amigo,No soy de los que se dejan intimidar por las habilidades y destrezas del competidor, al contrario. pues las mías no tienen nada que envidiar a las tuyas!- Se trata de un dialogo sordo, mental. Supongo que el adversario pensará algo parecido. Pues nada, plato grande, piñón pequeño, a toda velocidad. El viento te pega en la cara, las piernas se mueven sin descanso y el cuerpo adopta una figura aerodinámicas parodia de los ciclistas de élite. Cuando miro hacia atras veo a mi competidor haciendo todo lo posible para expresar la idea de que en ningún momento intentó competir conmigo y que cualquier cosa que haya hecho que pudiera parecer lo contrario era casualidad y; que yo me había montado la película; me otorga el premio más absurdo: el haber tenido la ilusión de competir. Por supuesto, son estrategias que tienen algunos y algunas para salir al paso cuando la derrota es inminente. Me sentí como Don Quijote ante los molinos de viento. Estas cosas suelen suceder muy a menudo cuando monto en bicicleta, son las experiencias de libertad de las que hablo. Muchas veces recuerdo estar parado en un semáforo dentro de un coche sin poder ser libre, como sardina enlatada. La sardina era yo y la lata las reglas.

sábado, 14 de mayo de 2011

¿Qué es un terremoto?


(Puente en la Via Verde de Santiponce. El paso del tiempo, y los movimientos de tierra, producen las grietas que se pueden apreciar en la foto)

Los terremotos son una muestra de que la Tierra se mueve debajo de nuestros pies. Un detalle sobre nuestro planeta que a veces se nos pasa desapercibido, está todo tan quieto y tranquilo... "Un terremoto es la vibración de la Tierra producida por una rápida liberación de energía. Lo más frecuente es que los terremotos se produzcan por el deslizamiento de la corteza terrestre a lo largo de una falla. La energía liberada irradia en todas las direcciones desde su origen, el foco, en forma de ondas. Estas ondas son análogas a las producidas cuando se lanza una piedra en un estanque tranquilo. Exactamente igual a como el impacto de la piedra induce el movimiento de ondas en el agua, un terremoto genera ondas sísmicas que irradian a través de la Tierra. Aun cuando la energía de las ondas sísmicas se disipa rápidamente conforme se alejan del foco, instrumentos sensibles localizados por todo el mundo registran el acontecimiento." Como cuando hay un fuego, nos solemos preguntar instintivamente: ¿dónde estamos a salvo? El lugar más seguro es en mitad del campo sin nada más alto que nosotros y si, en el peor de los casos, tenemos los pies puestos sobre una grieta gigantesca ¡qué horror, tierra trágame! El problema de los terremotos, lo realmente peligroso de éstos son los edificios, las construcciones que tenemos a nuestro alrededor. Una persona puede soportar un terremoto de los más grandes en mitad del campo sin el mínimo rasguño, pero en una gran ciudad las posibilidades de supervivencia son menores.

martes, 1 de marzo de 2011

Centro ("el centro") de encuentro "La otra orilla" (la de "enfrente", osea)



Hace tiempo que dejé de escribir en esta mi bitácora, algo que me atormenta profundamente. Pues si algo se parece más a la muerte que cualquier otra cosa es el silencio, el misterioso silencio. Cuando, después de un tiempo he vuelto a entrar, he hecho un viaje al preciso momento de la última entrada, donde se paró todo en este diario mío. Como cuando a un reloj se le agotan las pilas, esa hora queda marcada con un aire de misterio. Pero la pregunta, la cuestión es: ¿qué ha sucedido desde entonces que yo pueda contar en este Blog? Aunque en este sitio el tiempo se haya detenido... fuera, ¿qué ha pasado?

Realmente: mucho lo hecho, también contado pero nada escrito. Me he dedicado en lleno a rehabilitar mi casa del pueblo y, la verdad, creo que he encontrado un buen empleo: hacia tiempo que no utilizaba mis manos, el contacto con la tierra mojada debajo de unos rosales es la sensación bastante placentera, el olor a cal majada en una pared con docenas de encalados; la tranquilidad de la noche, la frescura de la mañana; el olivo que crece en el patio, una promesa mañana. Aunque este oficio no tenga mucho beneficio material -"entrampao asta las trancas"-, si que es una mina de oro en cuanto al otro, el inmaterial: un lugar de encuentro. Pues nada, lo dicho ¡aquí tenéis vuestra casa!