martes, 1 de marzo de 2011

Centro ("el centro") de encuentro "La otra orilla" (la de "enfrente", osea)



Hace tiempo que dejé de escribir en esta mi bitácora, algo que me atormenta profundamente. Pues si algo se parece más a la muerte que cualquier otra cosa es el silencio, el misterioso silencio. Cuando, después de un tiempo he vuelto a entrar, he hecho un viaje al preciso momento de la última entrada, donde se paró todo en este diario mío. Como cuando a un reloj se le agotan las pilas, esa hora queda marcada con un aire de misterio. Pero la pregunta, la cuestión es: ¿qué ha sucedido desde entonces que yo pueda contar en este Blog? Aunque en este sitio el tiempo se haya detenido... fuera, ¿qué ha pasado?

Realmente: mucho lo hecho, también contado pero nada escrito. Me he dedicado en lleno a rehabilitar mi casa del pueblo y, la verdad, creo que he encontrado un buen empleo: hacia tiempo que no utilizaba mis manos, el contacto con la tierra mojada debajo de unos rosales es la sensación bastante placentera, el olor a cal majada en una pared con docenas de encalados; la tranquilidad de la noche, la frescura de la mañana; el olivo que crece en el patio, una promesa mañana. Aunque este oficio no tenga mucho beneficio material -"entrampao asta las trancas"-, si que es una mina de oro en cuanto al otro, el inmaterial: un lugar de encuentro. Pues nada, lo dicho ¡aquí tenéis vuestra casa!