sábado, 16 de marzo de 2013

El bandolerismo.



Los bandoleros eran personajes románticos, de esos que ya no hay. Iban armados y se dedicaban a robar asaltando por sorpresa a acaudalados viajantes, antes del tren viajar era de ricos. Asaltar caminos fue el deporte estrella de los colegas. Se organizaban,  aprovechaban los lugares más despoblados para perpetrar sus fechorías.  Engañaban, estafaban… Eran fugitivos de la justicia por bando, las autoridades mandaban órdenes de búsqueda y captura de todo aquel que se dedicara a tan malvada actividad, con ánimo de lucro, molestando al clero y la nobleza (este era el colectivo diana para los proscritos). Pero eran románticos, y lo eran por dos cosas: porque robaban al rico para dar lo robado a los pobres y porque ligaban mucho, o al menos eso cuentan nuestros mayores. Los bandoleros robaban empujados por cuestiones de miseria e injusticia, no quedaba más remedio, y lo hacían provistos de gran habilidad mental y física, y por eso ligaban. En nuestros días no hay bandoleros, o al menos no salen en los periódicos.  Quienes ahora se dedican al pillaje y “asaltar caminos en lugares despoblados” (donde nadie los ve, en el lado virtual de la ley), roban a los pobres (a veces hasta lo que no tienen) para dárselo a los ricos o roban a los ricos para dárselo a otros ricos, o para quedárselo todito ellos y punto. No ligan porque se les nota en la cara y carecen del encanto suficiente, tanto ellos como ellas, para gustar al público. Les falta habilidad física, se ve, aunque se hayan dedicado al deporte profesional, a la caza o al esquí.  Al parecer carecen de habilidades mentales básicas: son otros los que hacen el trabajo sucio por ellos y se mueven por instintos básicos peligrosos para la comunidad, como son la codicia, el egoísmo, etc.  Los bandoleros románticos no tenían  esas cosas, eran más sociales. Procuraban el bien ajeno, o lo que es lo mismo: ¡eran altruistas! Practicaban una forma “brava” de hacer un reparto equitativo de riquezas. Trabajaban en grupo y bien organizados: compañerismo, lealtad, reparto de tareas, planificación del trabajo etc. Creían en todo ello y no dudaban en imponer  su ley: la justicia. En resumen: los unos nos “robaban, nos roban los corazones”, los de ahora “los estómagos”.