martes, 9 de marzo de 2010

La empresa lucrativa. Apuntes de Antropología Política.


En la empresa lucrativa, el fin específico es hacer dinero. Hacer dinero entre comillas porque equivale a crear riqueza o acumular dinero. Se trata de un medio o instrumento para acumular capital. Desaparece la empresa cuando deja de “hacer dinero”, porque deja de tener sentido lucrativo. El producto elaborado no tiene sentido para quien lo elabora; es un producto creado con un fin lucrativo. Carece de significado cuando deja de contribuir a acumular capital. En la medida en que el producto o servicio comienza a tener sentido en si mismo, la lógica lucrativa comienza a ser anulada o aplastada por otros campos que nada tienen que ver con la creación de capital. Una organización como la red sanitaria es un ejemplo, presta un servicio a la comunidad pero no “hace dinero”. Sin embargo, una empresa farmacéutica produce medicamentos porque tiene un din lucrativo.

Los contratos comerciales mercantiles se utilizan en la producción de bienes y servicios. Son un conjunto de contratos mercantiles, y se podría decir que éte es una organización lucrativa. Se trata de un entramado con una estabilidad frágil, depende sólo, su continuidad, de que los costes totales que se derivan del mantenimiento de los contratos sean inferiores a los que se obtendrían de tener que buscar los beneficios en el mercado abierto.

A una empresa le interesa más contratar un servicio fuera que mantener uno dentro de ésta, es el fenómeno de las subcontratas. Éste tema fue estudiado por Couse. Los sujetos sociales son los protagonistas y tienen el mando de los negocios, no son las multinacionales, aunque éstas sean monstruos con mucha capacidad de influencia notable. Los verdaderos protagonistas son los ejecutivos. Se entiende todos aquellos que con su iniciativa y su saber y dedicación son reconocidos como artífices de el “hacer dinero”.

Un ejemplo de una sociedad capitalista ideal es, por ejemplo, la sociedad constituida para la organización de los JJOO de Atlanta. Los empleados de ésta tenían que ser flexibles, dedicados y multifuncionales (para todo) y saber que, una vez extinguida la empresa dejan de trabajar; son, por tanto, conscientes de su fatídico final.

Se puede decir que vivimos en “sociedades de muchedumbre solitarias”. Lo que quiere decir que todos vamos a nuestro beneficio, nuestro desarrollo personal como fin último en nuestras vidas. Trabajemos haciendo zapatos, en un banco o en lo que sea, el producto no nos importa, nuestro vínculo con él es nulo, lo importante es nuestro desarrollo económico y personal.

Ninguna empresa es para siempre, lo que perdura no es la empresa sino el “logo”. Por ejemplo: Coca Cola. La multinacional de refrescos ha tenido muchas mutaciones a lo largo de su historia. No tiene dueño, la figura del fundador de la marca aparenta ser el dueño, si vive, pero quienes llevan las riendas de la organización son los ejecutivos que están detrás. Es el paquete accionarial el que está mutando constantemente y representan dicho paquete. La marca permanece si “hace dinero”, sino desaparece.

En otro tipo de organizaciones como partidos políticos, religiosas, etc., lo que hay son miembros. Por el contrarío si se trata de una empresa como Coca Cola lo que hay son empleados, gente que trabaja para la multinacional. Lo que es relevante en el mundo de los negocios es el desarrollo personal; los ejecutivos saltan de un departamento, de una empresa a otra de sectores distintos con una gran facilidad, lo que demuestra que lo relevante no es el vínculo que el empleado tenga con el producto, sino su propio desarrollo personal (una carrera para hacer dinero). Lo que se ve desde el punto de vista del consumidor es la marca y todo lo relacionado con ella pero no el entramado que hay detrás. Por ejemplo: Ruiz Mateos, es una marca. El señor Mateos tiene detrás un entramado de ejecutivos y capitales que se intercambian y mutan constantemente.

Apuntes de la clare de Felix Talego, Antropología Política.

Bibliográfica recomendada: “No logo: el poder de las marcas”. Naomi Klein.

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