Los bandoleros eran personajes
románticos, de esos que ya no hay. Iban armados y se dedicaban a robar
asaltando por sorpresa a acaudalados viajantes, antes del tren viajar era de
ricos. Asaltar caminos fue el deporte estrella de los colegas. Se organizaban, aprovechaban los lugares más despoblados para
perpetrar sus fechorías. Engañaban,
estafaban… Eran fugitivos de la justicia por bando, las autoridades mandaban
órdenes de búsqueda y captura de todo aquel que se dedicara a tan malvada
actividad, con ánimo de lucro, molestando al clero y la nobleza (este era el
colectivo diana para los proscritos). Pero eran románticos, y lo eran por dos
cosas: porque robaban al rico para dar lo robado a los pobres y porque ligaban
mucho, o al menos eso cuentan nuestros mayores. Los bandoleros robaban
empujados por cuestiones de miseria e injusticia, no quedaba más remedio, y lo
hacían provistos de gran habilidad mental y física, y por eso ligaban. En nuestros
días no hay bandoleros, o al menos no salen en los periódicos. Quienes ahora se dedican al pillaje y “asaltar
caminos en lugares despoblados” (donde nadie los ve, en el lado virtual de la
ley), roban a los pobres (a veces hasta lo que no tienen) para dárselo a los
ricos o roban a los ricos para dárselo a otros ricos, o para quedárselo todito
ellos y punto. No ligan porque se les nota en la cara y carecen del encanto
suficiente, tanto ellos como ellas, para gustar al público. Les falta habilidad
física, se ve, aunque se hayan dedicado al deporte profesional, a la caza o al
esquí. Al parecer carecen de habilidades
mentales básicas: son otros los que hacen el trabajo sucio por ellos y se
mueven por instintos básicos peligrosos para la comunidad, como son la codicia,
el egoísmo, etc. Los bandoleros románticos
no tenían esas cosas, eran más sociales.
Procuraban el bien ajeno, o lo que es lo mismo: ¡eran altruistas! Practicaban
una forma “brava” de hacer un reparto equitativo de riquezas. Trabajaban en
grupo y bien organizados: compañerismo, lealtad, reparto de tareas, planificación
del trabajo etc. Creían en todo ello y no dudaban en imponer su ley: la justicia. En resumen: los unos nos
“robaban, nos roban los corazones”, los de ahora “los estómagos”.
sábado, 16 de marzo de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
“El corazón tiene razones que la razón no conoce”
Un paseo es algo maravilloso, no se que hormonas se liberan que hacen que te sientas bien. Lo ves todo más claro, con no se que clarividencia celestial en donde antes decía digo ahora digo Diego. Si algo me ronda la cabeza lo pongo "en cima de la mesa" durante el paseo y lo monto y desmonto, le doy vueltas y lo pongo boca abajo y boca arriba... Hasta que de pronto la bruma matinal que lo aglutinara todo, se despeja. Todas las cosas aparecen en su sitio y lo más asombroso: que siempre estuvieron en su sitio aunque mi mente dijera lo contrario.
En la vida hay veces que aparece un cruce de caminos: "uno a oriente y otro a occidente". No sabes cual es el que te viene mejor. Si te equivocas, crees que puede ser un desastre. La duda, la incertidumbre te desbordan. El tiempo pasa y agota. En esas condiciones dificilmente puede haber una decisión acertada. Es más, yo diría que elijas la dirección que elijas te equivocarás igualmente. Y tener la convicción que equivocarse es malo es peor. Te quedas en el cruce pensando y nunca tomas una decisión, dando vueltas y vueltas en una encrucijada de caminos polvorienta. Ves como otros pasan decididamente a la acción y deciden un camino u otro, sin saber como lo hacen tan fácil.
En un paseo, me caigo en la cuenta que el problema no es el camino a seguir cuando hay que elegir entre dos, equivocarse o no... lo importante es elegir y continuar, no quedarse parado. Si aciertas bien, si te equivocas también. hay que tirar para adelante como sea. Eso si: nunca estarás solo.
sábado, 2 de febrero de 2013
Las
Candelarias.
A principios
de febrero, en la Sierra sur sevillana se celebra la Festividad de la
candelaria. En Casariche la gente se reúne alrededor de hogueras, con comida y
bebida. Se llegan a encender hasta 500
hogueras en todo el pueblo. Las hogueras son grandes y por regla general se
suele quemar un muñeco -o muñeca- vestido con ropas viejas rellenas de paja. El
monigote se pincha en lo alto de un palo en medio de la candela y con la puesta
de sol se le mete fuego. La fiesta dura hasta altas horas de la noche
aprovechando las ascuas de la fogata.
“Inicialmente la fiesta de la
Candelaria o de la Luz tuvo su origen en el Oriente con el nombre del
"Encuentro", posteriormente se extendió al Occidente en el siglo VI,
llegando a celebrarse en Roma con un carácter penitencial. Aunque según otros
investigadores, esta fiesta tuvo su origen en la antigua Roma, donde la
procesión de las candelas formaba parte de la fiesta de las Lupercales. Esta
celebración se unió más tarde a la liturgia de la Presentación de Jesús en el
Templo, asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de
los fieles.
Su fiesta se celebra, según el
calendario o santoral católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje bíblico
de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2;22-39) y la purificación de la Virgen María
después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo
Testamento (Lev 12;1-8).
La fiesta es conocida y celebrada con
diversos nombres: la Presentación del Señor, la Purificación de María, la
fiesta de la Luz y la fiesta de las Candelas; todos estos nombres expresan el
significado de la fiesta. Cristo la Luz del mundo presentada por su Madre en el
Templo viene a iluminar a todos como la vela o las candelas, de donde se deriva
el nombre de "Candelaria".
Tras la aparición de la virgen en
Canarias, y a su identificación iconográfica con este acontecimiento bíblico,
la fiesta empezó a celebrarse con un carácter mariano en el año 1497, cuando el
conquistador de Tenerife, Alonso Fernández de Lugo celebró la primera Fiesta de
Las Candelas (ya como Virgen María de La Candelaria), coincidiendo con la
Fiesta de la Purificación. Más tarde esta advocación mariana y su fiesta sería
llevada a varias naciones americanas de mano de los emigrantes canarios. Fuente
Wikipedia.”
jueves, 31 de enero de 2013
En un pueblo de la sierra sur sevillana, junto al río Yeguas
en la margen occidental, se encuentra la casa de la calera Ana Moriana Sojo,
que en paz descanse, conocida por todos como Anita la calera. Una casita
humilde y labriega agarrada a una herriza que compartía con Juan Polinario
Duque, un pelantrín, Juanillo el hinchado -a saber por qué del mote- y sus
cinco hijos. La calera, se encontraba donde hoy la cochera de Capitán, el de
las máquinas excavadoras. En la casa de Ana, todavía se pueden ver los restos
de la actividad calera y ganadera: tinajas donde apagar cal o guardar aceite,
cochineras, cocina de matanza, ataderos para las bestias, un mular con su pajar
encima, etc. Vestigios de un tiempo que quedó ya lejos en el tiempo, huella de
un pasado que... quién sabe, quizás esté próximo.
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