domingo, 24 de febrero de 2013

“El corazón tiene razones que la razón no conoce”

Un paseo es algo maravilloso, no se que hormonas se liberan que hacen que te sientas bien. Lo ves todo más claro, con no se que clarividencia celestial en donde antes decía digo ahora digo Diego. Si algo me ronda la cabeza lo pongo "en cima de la mesa" durante el paseo y lo monto y desmonto, le doy vueltas y lo pongo boca abajo y boca arriba... Hasta que de pronto la bruma matinal que lo aglutinara todo, se despeja. Todas las cosas aparecen en su sitio y lo más asombroso: que siempre estuvieron en su sitio aunque mi mente dijera lo contrario.

En la vida hay veces que aparece un cruce de caminos: "uno a oriente y otro a occidente". No sabes cual es el que te viene mejor. Si te equivocas, crees que puede ser un desastre. La duda, la incertidumbre te desbordan. El tiempo pasa y agota. En esas condiciones dificilmente puede haber una decisión acertada. Es más, yo diría que elijas la dirección que elijas te equivocarás igualmente. Y tener la convicción que equivocarse es malo es peor. Te quedas en el cruce pensando y nunca tomas una decisión, dando vueltas y vueltas en una encrucijada de caminos polvorienta. Ves como otros pasan decididamente a la acción y deciden un camino u otro, sin saber como lo hacen tan fácil. 

En un paseo, me caigo en la cuenta que el problema no es el camino a seguir cuando hay que elegir entre dos, equivocarse o no... lo importante es elegir y continuar, no quedarse parado. Si aciertas bien, si te equivocas también. hay que tirar para adelante como sea. Eso si: nunca estarás solo.

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