miércoles, 28 de septiembre de 2011

La lista de Libros.

En estos momentos estoy leyendo el libro de José A. Marina "Teoría de la inteligencia creadora". Mejor dicho, lo estoy releyendo, hace ya unos años cuando estudiaba el acceso a la universidad, formaba parte de una lista de lecturas recomendadas que aun conservo. Otros libros de la lista eran: "El mundo de Sofía" de Jostein Gaarder; libros de Javier Marías, García M. Adelaida, Martín Gaite, Goytisolo, Matute, Marsé, Delibes, Torrente Ballester... y muchos más. Es sorprendente que la lista aparezca y desaparezca como un ratoncillo; también es curioso que siempre vuelva a mis manos cuando más la necesito, bien sea por no saber qué leer o bien por problemas de espíritu. Recurro a la mágica lista y ella me aconseja, me sugiere.

El libro de Marina es un bálsamo contra la atrofia mental. Soy humano y como el resto de los miembros de mi especie en la era del mercado de consumo y de la información, de vez en cuando mi cerebro chispea, se cortocircuíta; las neuronas acaban pegándose ostias unas con otras y con lo que se mueva por ahí dentro. Vivo en una ciudad grande y, como en todas las ciudades grandes de occidente predomina una arquitectura de consumo y de información: tiendas y medios de comunicación. Por todos lados todo te incita a comprar y a saber. Llega un momento que no sabes que comprar y la información que tienes a tu alcance te desborda (información sesgada, incompleta, etc.). En éste entuerto caigo de vez en cuando, como todo miembro de la sociedad que nos ha tocado compartir -por suerte o por desgracia-. Cuando esto ocurre, muy a menudo, de pronto la lista caé en mis manos y rápidamente me voy a la biblioteca y saco uno de los libros del listado, entonces me pongo a leer... Sin parar; hasta llegar a la mitad del libro. Y es entonces, cuando siento en la profundidad de mi mente alivio y sosiego en el espíritu.

Qué tendrá la literatura que a unos/as abre la puerta de la evasión y a otros/as las ventanas del conocimiento; como bien dice Andrés Amorós en su libro "Introducción a la Literatura": "La literatura puede servir de consuelo ante las penalidades y limitaciones de la vida. Para el lector, puede desempeñar un papel de evasión, en sus diversas formas. Para el creador, muchas veces, va unida a la lucha contra el tiempo: por detrás, intenta recuperar el "el tiempo perdido"; hacia delante, prolongar el eco de una voz."

José Antonio Marina recomienda un libro.





jueves, 22 de septiembre de 2011

De cuando tuve la gran proeza de subir el puerto del O Cebreiro en bicicleta.

O Cebreio, puerto de montaña y paso fronterizo entre la provincia de León y Lugo; Una cota de 1296 metros de altura, surcada por por las principales vías de comunicación que conectan Galicia con el resto de España. También el Camino Francés -Camino de Santiago- cruza estos páramos alpinos con dos vías; un pequeño caminito por el bosque y una carretera comarcal serpenteando la montaña.. Es por esa carretera de pronunciada pendiente y con muchísimas de curvas, por donde subí con mi bicicleta siguiendo la ruta Jacobea. Fue toda una hazaña. No sé cuántos kilómetros subiendo sin descanso con el plato pequeño y el piñón más grande. La bicicleta ya no me podía ayudar más, le faltaban piñones y platos para hacer mas cómoda la subida. -Un dos, un dos, papas y arroz...- me repetía una y otra vez en voz baja para dar ritmo a dos piernas que no entendían que hacían subiendo una montaña tan cansina, para luego bajarla... yo tampoco. Pero el reto es el reto y forma parte de una aventura con destino Santiago de Compostela. Pues nada, con mucho esfuerzo mental y físico llegué al pequeño poblado en el O Cebreio. Una vez más tuve la oportunidad de poner a prueba mis límites. Mi resistencia mental está mejor que nunca y, la física, los años se notan. El cuerpo ha envejecido ya no soporta los grandes retos de la misma manera que cuando tenía 25 años, ni mucho menos. Sin embargo, a la mente parece que se le escapa este pequeño detalle. El cerebro, al menos el mío sigue como si el tiempo no hubiera pasado. Cuando subía la cuesta del O Cebreiro mi mente no se cansaba de dar ordenes, de exigir, suplicar, dar animo a las pobres piernas. Si aparecía dolor, por ejemplo en las rodillas, mi cabeza daba ordenes de seguir mientras se puedan mover las articulaciones, mientras que los músculos se extiendan y contraigan, mientras haya sudor en el cuerpo para aliviar el calor... mientras todo funcione: no hay dolor. Después de experiencias de este tipo sólo te queda el recuerdo y una extraña sensación de haber estado “bien”, de querer repetir. Es sorprendente como realizamos actividades aun sabiendo el sufrimiento que reportan hacerlas; y todo por el bienestar que reporta el haberlas realizado. Mientras subía grabé un video con el teléfono móvil para dejar constancia de mi modesta proeza, tengamos también en cuenta que ya traía unos kilómetros en el cuerpo, pues me planté en el valle del Bierzo con mi bici y desde Sevilla, ni más ni menos. Se ve la niebla, las escarpadas montañas, los profundos valles, los bosques... y yo, montado en la bicicleta subiendo sin aire y ¡con una mano en el manillar! http://www.youtube.com/watch?v=eLklAFgzLAg Y tambien en la barra de videos, arriba a la derecha.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Mis creaciones...

Cuando estudiaba Historia del Arte escuché una definición sobre Arte que me dejó con la boca abierta y algo desorientado. "Arte es todo aquello que hace el hombre." Es simple, concreta, comprensible, a la par que elegante como las buenas teorías científicas. Después hay otras definiciones que además añaden cosas como: "... que hace el hombre con una finalidad (estética y o comunicativa); y "....como medio de expresión..." (una visión particular del mundo). Como se deduce de la definición de Arte anteriormente citada, todo lo "natural" el universo no creado por el hombre, lo que queda si quitamos a nuestra especie del medio, no es Arte. Para que nos entendamos, una cabra montada en un pedestal bailando al son de la trompeta de un gitano no es arte, en todo caso el arte lo tendrá el señor músico. Otro ejemplo; un rosal que florece con una maravillosa y espectacular explosión de olor y color, lo hace sin arte. Cuesta pensar que una rosa que da para tantas canciones, cuadros, fotografías, esculturas, versos, perfumes, etc, que inspire tantas emociones... no tenga Arte. Se supone que la mano del hombre no ha creado la rosa, ni el rosal. Desconcierto. De momento, por que me interesa, me quedo con el planteamiento antropocentrismo tal elegante como las buenas teorías científicas: Arte es todo aquello que hace el hombre. A continuación: unas fotografías de mis creaciones artísticas que como miembro de la especie considero Arte.
Nota: Si alguien estuviera interesado/a en hacerse con alguna de estas obras, no tiene más que decirlo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Libertad.

En este bendito mundo de reglas, donde moverse implica hacer caso a tantas y tantas señales de circulación, donde el movimiento de seres humanos está dirigido y regulado asta la saciedad... es difícil vagar en libertad, como hombres y mujeres libres. En Sevilla donde vivo, conducir un coche, una moto, una bicicleta, o incluso ir a pie, conlleva obediencia a multitud de reglas que regulan la circulación, el movimiento de personas. Sales a la calle y todo el mundo de mueve, todos van a algún lado: a trabajar, a un bar donde han quedado para tomar algo, al médico, al museo, a la tienda móviles a cambiar de celular, al gimnasio, a pasear, a ninguna parte... A veces me entran ganas de decir: "¡Estase todos quietos, copón!" Pero me lo guardo para mis adentros. En la calle reglada y señalizada hasta los topes, la linea recta no existe; siendo ésta la forma más sensata de ir del punto A al punto B. Vas andando y vas por donde te dejan y no por donde quieres. Todos los días voy al trabajo en bicicleta. Esta actividad aparentemente rutinaria y simplona me reporta una multitud de experiencias que obitan al rededor de la LIBERTAD. Esa libertad en mayúsculas a la que me refiero es la del ser que se siente libre, hay otra forma de libertad, por el contrario, fingida: que te dicen que eres libre y tu te lo crees y punto. La sensación de ser libre está presente en todo momento, me puedo saltar un semáforo y no pasa nada (con precaución claro); puedo perder los papeles y soltarme de mano; cantar en voz alta; esprintar y competir con los demás ciclista; puedo, ir haciendo eses, hacer el caballito; etc. Muchas cosas que con una moto o un coche o podría hacer porque las reglas de circulación no me lo permiten, por el bien del resto de la ciudadanía claro está. Voy al trabajo en bici, voy al cine, a la biblioteca, a tomar cerveza, al parque, a hacer deporte, incluso a ninguna parte. Por cierto, ir a ninguna parte es muy saludable, no sabes donde vas, por lo tanto no te preocupa cuando vas a llegar, si llegas tarde, etc; todas esas cosas que te estresan y agobian; cosas que junto con las reglas no te permiten tener experiencias de libertad. La libertad a veces es como la felicidad: pequeñas experiencias que después de ser vividas se quedan en el recuerdo para siempre. Cuando voy en bicicleta, al trabajo o a donde sea, o a ninguna parte, da la sensación de ir sólo, en tu bici incomunicado de los demás seres que van por la ciudad moviéndose de un lugar a otro; pero en realidad se produce la comunicación, con un lenguaje especial, con unos códigos distintos: miradas, gestos, maniobras, etc. La distancia con los demás transeúntes cuando vas montado en bicicletas se vuelve ínfima cuando se produce cierta comunicación espontanea y , ya que hablamos de libertad, libre. Un día cualquiera, vas por el carril bici a toda velocidad porque llegas tarde al trabajo. Pasas a otro ciclista que va más lento y de pronto ves como éste se pica y acelera -sin tener por qué- y te adelanta a toda velocidad. Además te mira con cara de adversario, lo que quiere decir que entramos en competición. Yo pongo cara de sprinter y lo vuelvo a pasar - ¡Hay te quedas colega! !Amigo,No soy de los que se dejan intimidar por las habilidades y destrezas del competidor, al contrario. pues las mías no tienen nada que envidiar a las tuyas!- Se trata de un dialogo sordo, mental. Supongo que el adversario pensará algo parecido. Pues nada, plato grande, piñón pequeño, a toda velocidad. El viento te pega en la cara, las piernas se mueven sin descanso y el cuerpo adopta una figura aerodinámicas parodia de los ciclistas de élite. Cuando miro hacia atras veo a mi competidor haciendo todo lo posible para expresar la idea de que en ningún momento intentó competir conmigo y que cualquier cosa que haya hecho que pudiera parecer lo contrario era casualidad y; que yo me había montado la película; me otorga el premio más absurdo: el haber tenido la ilusión de competir. Por supuesto, son estrategias que tienen algunos y algunas para salir al paso cuando la derrota es inminente. Me sentí como Don Quijote ante los molinos de viento. Estas cosas suelen suceder muy a menudo cuando monto en bicicleta, son las experiencias de libertad de las que hablo. Muchas veces recuerdo estar parado en un semáforo dentro de un coche sin poder ser libre, como sardina enlatada. La sardina era yo y la lata las reglas.