viernes, 19 de febrero de 2010

Democrácia y Facebook.


“Facebook ha anunciado planes de construir en Oregón su propio y enorme centro de datos, al cual (aquí viene lo malo) proveerá de energía mediante una cercana central térmica de carbón. Eso significa que si eres uno de los cientos de millones de personas que usan esta red social (¿y quién no?), en cierto modo serás cómplice – involuntariamente – de la liberación de toneladas de CO2. Si, ya se que esta afirmación es completamente injusta, puesto que vosotros no decidís la política energética de la empresa, pero un poco de información nunca viene mal ¿verdad?”

Acabo de leer esta entrada en el siguiente blog: http://www.maikelnai.es/. La noticia a la que se refiere su autor me ha recordado una clase de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Diplomatura de Magisterio que cursé un par de años atrás. En ésta el profesor, de cuyo nombre no me acuerdo y no porque no quiera acordarme, nos comentó el por qué no se democratizaban las multinacionales y empresas privadas.

Vivimos en un mundo en el que la democracia es una organización social ideal. Es justa, en la que participan los ciudadanos y en la que nos sentimos libre y con derechos, también tenemos nuestros deberes. Esta espontánea definición de democracia me está resultando ingenua y casi cínica, pero me ha salido de sopetón y la verdad no me apetece consultar las oficiales y o académicas por si acaso resulten más frívolas. Bromas a parte, me parece una buena idea eso que comentaba el profesor de CCSS. Que si votamos a nuestros representantes en el parlamento y esas cosas, por qué no a los directivos de Coca Cola o, como viene a cuento, a los del Facebook ese que tanto nos gusta. Y por eso mismo que nos importa y forma parte de nuestra vida de ciudadanos tenemos que ser participes de las decisiones directivas que se tomen.

No sé si me explico bien, al menos lo intento. Con un ejemplo más cercano la cosa queda más coherente. Si yo trabajo en una empresa y me dicen que la democracia queda de rebate para afuera, yo no tengo más que asumir el poder establecido. Esto es, la dictadura del empresario, de los accionistas, de quien sea. Eso quiere decir que a callarse y a cumplir, que para eso te pagan. En el caso de que dicha empresa fuera una organización democrática, todos los elementos o empleados del sistema de producción podrían por ejemplo botar al presidente de la corporación, o en un referéndum si hay un expediente de regulación de empleo, o si queda mejor de color rosa la fachada con el logotipo de la empresa. Todas esas cosas, tan oscuras y tan por debajo del tapete, que los empleados solo nos enteramos cuando ya no hay ni huelga que las haga dar marcha atrás, serían más transparentes y la relación trabajador-producto final, más estrecha.

Parece tan fácil, pero no lo es. La realidad es que el poder económico de la sociedad del mercado de consumo y del conocimiento y la información, tiene eso, el suficiente poder como para reírse de la democracia y todo lo que suene a participación, a construcción de conocimiento compartido, a trabajo cooperativo, etc. Los magnates de las grandes multinacionales lo tienen claro: aquí el que manda soy yo, y yo el que me llevo el dinero y la democracia, el estado de derecho es un estorbo, los impuestos y esas cosas un chino en el zapato.

Pues nada, a seguir como estamos, a ver como Facebook contamina y como los consumidores, que también somos elementos empleados de la compañía apoyamos con nuestra incondicionada cegata la central térmica de carbón -que arcaico me parece, carbón- que suministrará energía al centro de datos -nuestras fotos- en Oregón. Bueno al menos no esta en Cazalla de la Sierra. Consuelo, el problema queda lejos, es de otros.

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