jueves, 30 de abril de 2009

Una catástrofe inminente.

En la sociedad del siglo XXI, nunca pasa nada. Todo lo tenemos controlado: nos levantamos por la mañana, desayunamos, trabajamos, almorzamos, dormimos la siesta, compramos, vemos la tele, ligamos por Internet, nos vamos de fiesta… No tiene por que pasar nada. El estado, los científicos, los médicos, el ejército, etc., velan por nosotros y todo está bajo control. La vida, este bello mundo de la sociedad de consumo y de la comunicación y la información, tiene que seguir adelante: “The Show Must Go On”.
Pues bien, he encontrado un ejemplo de que no. Resulta que el universo es más impredecible de lo que creemos, y que pasen catástrofes como epidemias, tsunamis, terremotos… es lo más normal del mundo. Sirva como ejemplo la llegada del asteroide 99942, también conocido como Apophis. Es uno de los 127 objetos a los que la NASA les tiene echado el ojo. Este pedrusco, y perdón por lo de pedrusco, es muy peligroso porque va a colisionar con la Tierra en el año 2036. Creo que no me voy a sacar el plan de pensiones nunca, visto el acontecimiento que se acerca.

Como dice el autor del artículo, de forma bastante realista y conmovedora, “este riesgo es algo normal, ya que si observamos el corteza de los planetas, o de nuestra luna, veremos que están llenos de cráteres, incluso en la Tierra…”, que tiene cierta protección ante pequeños objetos, “… enormes cicatrices están repartidas por todo el planeta. El problema es cómo evitar la catástrofe. Lo que podemos hacer por lo pronto es evitar el miedo y pensar en disfrutar del momento; se que es una obviedad pero es lo que se dice ante estas circunstancias. La incertidumbre nos inquieta pero lo dicho: es lo más natural, lo contrario (los mundos de “Yupi”) es anormalidad. Claro que dentro de la inmensidad del “tiempo geológico”, la naturaleza nos concede el don de la suerte y cierta tregua. En el siguiente enlace se puede leer el artículo de Juan Miguel, titulado: ¿Un cruel asteroide en 2036?

http://www.astroyciencia.com/2007/02/27/un-cruel-asteroide-en-2036/

miércoles, 15 de abril de 2009

El ello, el yo y el superyó. La teoría psicoanalítica.

El Psicoanálisis, es una de las grandes teorías de la psicología. Una gran teoría del desarrollo humano que sostiene que los impulsos y motivo irracionales e inconscientes, muchos de los cuales se originan en la infancia, subyacente a la conducta humana.

Sigmund Freud fue el creador del psicoanálisis. Según esta teoría el desarrollo en los primeros seis años se produce en tres etapas, cada una de las cuales se caracteriza por que el interés y el placer sexuales está centrado en una determinada parte del cuerpo. En el lactante, esa parte del cuerpo es la boca (etapa oral), en la primera infancia es el ano (etapa anal), en los años preescolares es el pene (etapa fálica).

Para Freud cada na de estas etapas se relacionaba con las principales necesidades y dificultades del desarrollo típicas de cada edad. Durante la etapa oral, por ejemplo, a través de la succión el bebé obtiene no solo el alimento sino también las experiencias de placer y así se vincula emocionalmente a su madre, que le brinda gratificación oral. En la etapa anal, los placeres relacionados con el control y el autocontrol en principio vinculados con la defecación y el control de esfínteres, son fundamentales.

Una de las ideas más influyentes de Freud es que cada etapa también tiene sus conflictos potenciales entre el niño y el padre o la madre, como, por ejemplo, cuando un adulto intenta que el bebé deje su amado biberón. Según Freud, la manera en que el niño experimenta y resuelve estos conflictos, en especial los que se relacionan con el destete, el control de esfínteres y la curiosidad sexual infantil, determina la personalidad básica y los esquemas de conducta que tendrá a lo largo de toda su vida. Un adulto puede no saber esto, pero el hecho de que fume (oral), o le atraiga mucho el dinero (anal) o se sienta muy interesado por alguien mucho mayor que él (fálico) implica un problema inconsciente que arranca de la infancia.

Otro aspecto del desarrollo de la teoría de Freud es la personalidad, que tienen tres sistemas distintos: el ello, el yo y el superyó. El ello representa la energía psíquica inconsciente para la satisfacción de nuestras necesidades básicas como la supervivencia, la agresión y la reproducción. El superyó es como una conciencia moral implacable, sobre todo de los impulsos que los padres o la cultura condenan. El yo es el aspecto racional de la personalidad que se enfrenta con la realidad cotidiana, en parte tratando de mantener bajo control los deseos inconscientes del ello y la culpa del superyó. Los bebés están gobernados sobre todo por el ello: quieren que sus necesidades sean satisfechas de inmediato, en especial las que se relacionan con el placer oral. A medida que los niños crecen, sus yo se desarrollan; continúan afirmándose en sí mismos pero también se van acomodando a las demandas del mundo exterior. En la infancia temprana (fálica) los padres y la sociedad enseñan al niño que debe controlar sus impulsos y así va desarrollando el superyó. Una persona emocionalmente estable desarrolla un yo fuerte, capaz de enfrentar las demandas del ello y del superyó.

Erikson fue neofreudiano, seguidor de la teoría del psicoanálisis de Freud. Propuso ocho estadios evolutivos, que abarcan todo el transcurso de la vida, cada uno de los cuales se caracterizaba por una dificultad concreta, o una "crisis" del desarrollo, que es primordial en esa etapa de la vida. En la teoría de Erikson, la resolución de cada crisis del desarrollo depende de la interacción entre las características individuales y el apoyo que brinda el entorno social.

En la siguiente tabla aparecen las etapas de Freud o etapas psicosexuales y las de Erikson también llamadas etapas psicosociales.

Edad (aproximada)

Freud (etapas psicosexuales)

Erikson (etapas psicosociales).

0-1

Etapa oral.

Confianza frente a desconfianza.

1-3

Etapa anal.

Autonomía frente a vergüenza y duda.

3-6

Etapa fálica.

Iniciativa frente a culpa.

7-11

Latencia.

Laboriosidad frente a inferioridad.

Adolescencia.

Etapa genital.

Identidad frente a confusión de roles.

Adultez.

Perdura etapa genital.

Intimidad frente a aislamiento.

Generatividad frente a estancamiento.

Integridad frente a desesperación.