domingo, 9 de octubre de 2011

Casariche, Marinaleda, movimiento obrero.


Vista panorámica ce la otra orilla, desde la Avda. Tapaparrajas.
Despertar en Casariche un domingo por la mañana temprano, a eso de las 8 horas, es un placer. Se puede escuchar un silencio enigmático. Parece como si los casaricheños se hubieran puesto de acuerdo en hacer algo mágico: guardar silencio. Casi puedo escuchar las neuronas de mi cerebro haciendo sinopsis y cosas de esas. En la ciudad, Sevilla por ejemplo, se ponen de acuerdo en hacer lo mismo pero sin magia, sin gracia. En la gran urbe siempre hay alguien que lo estropea. Sin embargo en Casariche no se sale del tiesto y el más revolucionario de los Quads. Éstas motos de cuatro ruedas han irrumpido den la sociedad rural de la sierra sur como si de una revolución en el mundo del motor se tratara; a demás de buenos para arrastrar fardos en la recogida de aceituna, hacen mucho, muchísimo ruido.

Cierto es que nuestra sociedad del bienestar y todos los beneficios de los que podemos disfrutar se sostienen sobre la quema de combustible fósil y, criticar o ir en contra de esta práctica es una rebeldía; pero yo pongo el grito en el cielo al respecto. Es una pena que uno de los pueblos más “revolucionarios” de la década de los ochenta, junto a Marinaleda y otros, se haya dejado engatusar por el mercado de consumo desmesurado, ahora los Quads. Parece que el ruido de esas máquinas causa un bienestar mental: ruído para no escuchar, para no escucharse; en el silencio afloran las ideas, los sentimientos más profundos y sabios. Hay muchas cosas en el mercado de consumo que aunque sirvan para una cosa después se utiliza para otra. !Dónde están los ideales revolucionarios! ¿Qué ha pasado con el lema “Tierra y libertad!. Parece de parte de las nuevas generaciones de este tranquilo y a veces silencioso pueblo han perdido valores o no los han llegado ha conocer. Qué pensará Gordillo, alcarde de Marinaleda líder del movimiento obrero, de esta dejadez ideológica, el pueblo ha perdido la libertad y se ha dejado engatusar por otros ideales más capitalistas: el consumo de combustible fósil para hacer ruido y no escucharse a si mismos. Ha perdido la tierra, hipotecada y en algunos casos embargada. Una pena.

Mientras tanto hay otra España que los domingos por la mañana van a misa, en un enigmático deambular de almas silenciosamente, y van a escucharse ante Dios. Escuchan la llamada del señor, su líder, que les llevará a la tierra prometida. Los movimientos obreros también siguen a un líder que lleva a la utopía. Como siempre es bien sabido que son las dos caras de una misma moneda. El movimiento 15M parece que se ha dado cuenta que si algo falla en la política y en nuestra sociedad es la manía de practicar una especie de “mesianismo sádico”, diría yo. Quizás podríamos empezar devolviendo a los mesías, los líderes al pueblo. Es una humilde propuesta. Dicho esto, guardo silencio... en el silencio.

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